




En la antigua Roma no existía el título de Emperador Romano, siendo éste más bien una abreviatura práctica para una complicada reunión de cargos y poderes. A pesar de la popularidad actual del título, el primero en ostentarlo realmente fue Miguel I Rangabé a principios del siglo IX, haciéndose llamar Basileus Rhomaion ("Emperador de los romanos"). Hay que tener en cuenta que en aquella época el significado de Basileus había cambiado de "soberano" a "emperador". Tampoco existía ningún título o rango análogo al título de Emperador, sino que todos los títulos asociados tradicionalmente al emperador tenían su origen en la época republicana.
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